En América Latina, la minería metálica deja tras de sí un rastro devastador: contaminación, enfermedades y desplazamiento forzado que afectan especialmente a las comunidades en condiciones de vulnerabilidad. Aunque se presenta como una solución para el desarrollo económico, sus impactos negativos en la salud, el medio ambiente y las comunidades son alarmantes, particularmente en las regiones cercanas a los proyectos extractivos.
Un ejemplo claro es El Salvador, el primer país del mundo en prohibir la minería metálica en 2017. Sin embargo, esta victoria ambiental fue revertida recientemente cuando se derogó la ley y activó proyectos de minería, ignorando el rechazo generalizado de la población. La decisión amenaza con contaminar fuentes de agua, destruir la biodiversidad y agravar aún más las crisis hídricas que enfrenta el país, poniendo en riesgo la salud de todas sus habitantes.
Chile, el mayor productor de cobre del mundo, también enfrenta graves consecuencias por esta actividad económica. En el norte del país, médicos denuncian una alarmante situación en la salud infantil provocada por la contaminación del aire y el agua debido a los proyectos de minería a cielo abierto. Por su parte, en Honduras, comunidades indígenas enfrentan la contaminación de ríos, el desplazamiento forzado y hasta el asesinato de defensores ambientales por oponerse a proyectos mineros. La persecución penal contra los defensores de los territorios en casos como el del río Guapinol refleja la colusión entre el Estado y el sector privado. Mientras tanto, en Argentina, la explotación de litio, presentada como una alternativa "verde", está agotando reservas de agua vitales para pueblos originarios y agricultores locales.
Los proyectos mineros no solo destruyen ecosistemas; también fragmentan comunidades, perpetúan ciclos de pobreza y aumentan la desigualdad en toda la región. Químicos tóxicos como cianuro y mercurio envenenan el agua y el suelo, dejando secuelas irreparables y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria. Minerales como el cobre y el litio son recursos claves para los procesos de transición energética en el mundo, sin embargo es evidente el impacto que generan en la biodiversidad y la salud de las personas.
Comprender estos impactos es crucial. La minería está directamente vinculada al desplazamiento forzado y a crisis ambientales que empujan a miles a abandonar sus tierras. Es momento de informarse, alzar la voz y exigir que los gobiernos prioricen la vida y el medio ambiente por encima de los intereses económicos de corto plazo. La lucha por un futuro sostenible empieza ahora.