16 de julio de 2020 — Desde la campaña presidencial, Donald Trump dejó muy clara su postura en contra de las personas migrantes. Inicialmente, su discurso fue contra los mexicanos. A los pocos días de asumir el poder, dictó la primera prohibición de ingreso de personas provenientes de naciones musulmanas, la cual produjo un impacto devastador. Una promesa de campaña que finalmente fue declarada constitucional por la Corte Suprema, luego de una larga batalla jurídica en la que las versiones anteriores habían sido suspendidas por cortes federales. La tercera versión encubrió la intención discriminatoria al incluir a Venezuela y Corea del Norte. La intención de la medida no era sólo detener el ingreso de personas, sino enviar un mensaje, que fue recibido por las comunidades musulmanas.
Así, hemos reaccionado a cada decisión, política, regla, medida e iniciativa contra las personas extranjeras en este blog. Estamos en presencia de un gobierno con una agenda inequívocamente xenófoba, supremacista blanca, que ha utilizado el poder contra las personas extranjeras, inmigrantes, estudiantes, turistas, refugiados, solicitantes de asilo, adultos y niños. La pandemia ha sido utilizada como un pretexto valioso para impedir el ingreso de personas provenientes de ciertos países, para cerrar la frontera a todos los solicitantes de asilo, para devolver a todas las personas que ingresan a EE.UU. por la frontera sur a México, y para suspender las audiencias ante los jueces de inmigración. En los últimos días se anunció una nueva regla bajo la cual se podrá negar el asilo a las personas por consideraciones de salud pública y se anunció que los estudiantes universitarios extranjeros no podrían mantener su estatus migratorio si no toman un mínimo de clases presenciales, que fue retrocedida luego del rechazo público y las demandas contra la medida. Por último, ICE anunció una iniciativa de ofrecer talleres de seis semanas dirigido a la comunidad sobre cómo aprehender migrantes, incluyendo uso de armas y entrenamiento en técnicas de defensa. Formar grupos de ciudadanos anti-inmigrantes es un paso adelante en el avance de la agenda xenófoba. Por todo lo anterior, no sorprende que el anuncio presidencial de una iniciativa de prosperidad hispana sea recibida con desconfianza y que la opinión pública exprese su rechazo contra quienes las apoyan.
Aunque se ha suspendido el ingreso de solicitantes de asilo a los EE. UU., las deportaciones y detenciones por razones migratorias continúan. Pese al contagio en los centros de detención y a que los aeropuertos están cerrados y los vuelos comerciales suspendidos, a los países de Centroamérica y México llegan vuelos chárter desde EE.UU. con personas deportadas. Un número significativo de personas deportadas han llegado enfermas de Covid-19 o se han enfermado en los días siguientes a la llegada, confirmando el riesgo de contagio en la detención migratoria y en la deportación. Estas medidas son el resultado de políticas que desvalorizan las vidas y bienestar de las personas extranjeras. En Guatemala, 134 personas deportadas han dado positivo a las pruebas de Covid-19. En el caso de Honduras, EE. UU. deportó en los primeros seis meses de este año a 10.614 migrantes hondureños indocumentados, entre ellos 888 menores. La situación de los precarios sistemas de salud en los países de origen centroamericanos limita la posibilidad de atención y recuperación de las personas deportadas con esta enfermedad, sumado a la discriminación que sufren las personas deportadas y sus familias, ahora, por ser considerados todas “portadores del virus”.
México también es coprotagonista de esta práctica de deportación en medio de la pandemia. Hasta mayo de este año, más de 124.000 migrantes han sido deportados desde México, según datos de la Secretaría de la Gobernación. Los esfuerzos de Estados Unidos por extender su política migratoria extraterritorialmente, imponiéndola como condición para acuerdos comerciales y asistencia para responder a la pandemia son preocupantes. Por todo lo anterior, es difícil entender a quién cree engañar el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando dice sentirse respetado por Donald Trump. Los casi 13 millones de sus nacionales en EE. UU. no se sienten respetados.
Los extranjeros en Estados Unidos que llegaron buscan protección, seguridad, oportunidades de trabajo y bienestar sufren la xenofobia, pese a los grandes aportes que dan a la sociedad estadounidense. Las excusas y justificaciones son imposibles. Es necesario empezar a llamar clara e inequívocamente las cosas por su nombre, y seguir luchando y abogando por los derechos de las personas migrantes.