“Hay que romper los muros que nos impiden comprender el éxodo centroamericano”

La vulnerabilidad que enfrentan las personas que integran “éxodo” centroamericano se agrava cada día más. ¿Qué podemos hacer ante esta situación? A continuación encuentre algunas reflexiones de María Magdalena Silva Rentería, defensora de los derechos de la población migrante en México.

 

17 de abril de 2019 — Hace unos días, un numeroso grupo de personas salió de Honduras con el objetivo de buscar refugio en los Estados Unidos, siguiendo los pasos que tomó la “caravana” que salió de ese país en octubre de 2018. Tal y como ocurrió esa vez, personas de El Salvador y Guatemala se han ido sumando en el camino. Antes de la salida de esta nueva caravana, organizaciones que trabajan con migrantes ya habían alertado que “estaban colapsados” ante la atención humanitaria que significó el tránsito de los primeros grupos, y que todavía se encuentran hacinados en la frontera México-Estados Unidos debido a la política de la administración Trump que obliga a los solicitantes de asilo a esperar en México.

 

¿Quiénes son estas personas que huyen de forma desesperada de Honduras, El Salvador y Guatemala? ¿Qué problemas están enfrentando? María Silva Rentería, conocida como “Hermana Magda”, directora del Albergue CAFEMIN, y coordinadora de una red de organizaciones de defensa de la población migrante (REDODEM) es una de las personas que más conoce la situación. Ella visitó tres ciudades de los Estados Unidos, del 3 al 10 de abril, para participar en una serie de eventos, bajo la coordinación de Alianza Americas. En la gira, la hermana insistió en la necesidad de romper “mitos” alrededor del éxodo centroamericano.

 

“Los mitos vienen de los mensajes de los gobiernos y se repiten en los medios de comunicación. Si los creemos, caemos en el error de repetir mensajes de miedo y de rechazo”, dice la hermana. En sus encuentros en Chicago, Washington, DC y Detroit, ella instó a sus audiencias a que rompieran con “los muros tanto físicos como los que traemos en nuestras mentes y en nuestros corazones” para lograr comprender este éxodo. El extracto que presentamos a continuación sintetiza la respuesta a una de las preguntas que le hicieron con frecuencia en diversos espacios:

 

¿Quiénes son las personas que viajan en las caravanas? ¿Cuáles son sus perfiles?
“Hay familias vienen huyendo por el miedo en sus países. La captación de sus hijos por la violencia da como resultado una migración forzada, y los gobiernos no dicen nada. No han tenido la capacidad de asegurar el Estado de derecho para su población. Es una realidad difícil, de vida o muerte. Nuestros paises no son pobres, pero esta gente ha sido empobrecida, por todo ese sistema económico-político que los ha orillado.

 

Son los nietos y bisnietos de las guerras y que ya no tienen un arraigo en un país donde han sufrido la división económica, social, laboral y más. Estas son las historias de niños, niñas, familias que todos los días escuchamos.

 

¿Qué podemos hacer?
“Cada persona, desde donde está, en su localidad, puede tomar acción. Primero, hay que hablar con nuestros vecinos, para decir la verdad, ya no las mentiras. Luego tenemos que proteger a la gente, darle la bienvenida. Y sí, tenemos que cambiar las políticas, y a los políticos, si no nos quieren escuchar. En México, los albergues y los defensores tenemos muchas necesidades, tanto por recursos materiales y financieros, como de voluntarios. Si pueden ayudarnos, ‘adelante’ pero también pueden hacer mucho en sus propios localidades”.

 

A continuación, vea un breve discurso de la Hermana Magda en uno de los eventos en los que participó en Detroit, MI.

La situación en México se agrava
La administración de Manuel López Obrador inició con una luz de esperanza para la población del éxodo: en enero pasado, el Instituto Nacional de Migración (INAMI) implementó el programa de entrega de “tarjetas humanitarias” que autorizaba a la población del éxodo la entrada y les permitía trabajar durante un año. Sin embargo, antes de cumplir un mes de implementación, el programa fue suspendido. Fue hasta el 3 de abril pasado que se reinició el proceso de expedición de estas tarjetas en Tapachula, Chiapas (frontera sur de México). El gobierno dio prioridad a las personas que no provienen de Centroamérica, y a las mujeres y a los niños. Debido a un incidente de seguridad en la estación migratoria del INAMI en Tapachula, y a la presencia de personas africanas afuera de las instalaciones, la entidad cerró sus oficinas en esa ciudad, lo que generó atrasos y promovió la irregularidad migratoria. El gobierno mexicano debe resolver los incidentes de corrupción y malas prácticas del INAMI de manera expedita, sin cerrar sus oficinas, y sin negar los servicios a la población cada día más numerosa en tránsito por México.

 

Ahora, cerca de 1,700 personas del éxodo están en un campamento en Mapastepec, Chiapas, en condiciones deplorables: se carece de los servicios básicos, hay incertidumbre por la falta de información y claridad respecto a sus procesos migratorios. Por otro lado, se implementaron operativos migratorios en distintos lugares del sur de Veracruz, así como en la ruta de la costa de Chiapas para detener y deportar personas extranjeras en tránsito por México. La ayuda humanitaria prometida por el gobierno en coordinación con otras instancias ha sido nula. Los gobiernos locales juntos con Gobierno Federal deben de implementar acciones de ayuda humanitaria coordinada y garantizar un tránsito digno por México.

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